Danza
15 de Mayo, 2025

Machado, aux portes du lointain: Un camino mágico o una puerta de despedida

Por: César Sepúlveda V.

El pasado 28 de abril tuvimos la oportunidad de ver actuar a dos magníficos artistas: el bailarín y coreógrafo francés, Mathieu Guilhaumon, director artístico por 12 años del Ballet Nacional Chileno y recientemente nombrado por el gobierno Francés como Caballero de las Artes y las letras, por su contribución artística a su tierra natal y el mundo; y la reconocida actriz nacional Millaray Lobos, protagonista de películas como “Nadie sabe que estoy aquí” de Gaspar Antillo (2020) y “Medea” de Alejandro Moreno (2019), además de destacarse en la dirección escénicas de obras como la exquisita pieza “Danza Delhi” (2023).

La unión artística de estos dos colosos, si bien es primera vez que los vemos juntos sobre un espacio escénico como protagonistas de la obra, la acción colaborativa entre ambos ya la habíamos visto en trabajos junto al Banch en obras como “Alicia” (2014), “Dúo. Bosquejos de Creación” (2016), “Noces” pieza que se presentó en el 4.º. Encuentro Coreográfico del Municipal de Santiago, que reunió en una obra al Ballet Nacional Chileno y el Ballet de Santiago (2017), “Giselle” (2018) y “La Consagración de la primavera" (2023).

El encuentro estaba programado para un lunes, a las 19:00 horas en el Centro Cultural de España de Santiago, ubicado en Providencia a pasos del metro Salvador. Y si bien, el día escogido era poco habitual para ver una obra de arte escénico, y uno pensaría en un primer momento que la elección tenía solo relación a la celebración del día Internacional de la Danza, que es el 29 de abril, además que no lograría reunir un gran número de públicos, sencillamente me equivoque, ya que concentró a bastantes asistentes.

La pieza hace un homenaje al famoso poeta español Antonio Machado, representante de la generación del 98, dueño del conocido poema “Caminante no hay camino”, quien ya cumple 150 años de su natalicio, pero también al lugar donde fallece y yacen sus restos en el Cementerio de Colliure, lugar donde Guilhaumon crea y dirige desde el 2021 el “Festival des 8 / Danse à Collioure”. Además podemos agregar que es el lugar donde se estrena esta obra en julio del 2024.

La obra con no más de 25 minutos (tiempo muy acertado), mezcla de danza, teatro, discurso poético y performance, se inicia con ambos artistas ya sobre el espacio escénico, mientras el público va ingresando. Ellos (Millaray y Guilhaumon) vestidos en tonos ocres y con un vestuario atemporal, se desplazan, se sientan, se levantan y vuelven a moverse, realizando pequeños gestos. Uno podría perfectamente preguntarse: ¿están ensayando en sus cabezas?, ¿la obra ya comenzó?, ¿o son simplemente extensiones de sus pensamientos?

Mathieu, en un momento, con una jarra en mano, comienza a verter arena formando un gran círculo, como si delimitará el espacio o trazara un camino sin principio ni fin. Millaray camina hacia el frente y, con su voz tan característica, comienza a hablar muy bajo en español, para luego hacerlo en francés.

Al trabajo de esta dupla se suma Gonzalo Rodríguez Pino, quien aporta un sensible diseño sonoro que envuelve el espacio-tiempo, como si todo lo que estamos presenciando fuera parte de un sueño. La pieza se desarrolla sobre el pasto del recinto, y aunque podríamos imaginar que el terreno dificultará el movimiento, sus desplazamientos resultan sorprendentemente ágiles y fluidos.

Mathieu, a pesar de llevar tantos años en Chile —y yo, siendo tan cercano al Ballet Nacional—, creo que es la primera vez que lo veo bailar. Me asombra la belleza que logra con sus brazos: brazos que hablan, que cuentan historias, que se extienden más allá de sus propias dimensiones. Ella, de figura frágil, podría hacernos pensar —sin conocerla— que viene del mundo de la danza. Pero no. Su presencia en el espacio surge desde otro lugar: desde su arte de narrar historias ajenas y convertirlas en propias.

La obra fluye gratamente. Hay encuentros y desencuentros. Siempre bajo el conocido poema, uno va construyendo significados y significantes, historias independientes y compartidas de los ejecutores.

“Machado, aux portes du lointain” (“Machado, en el umbral de lo lejano”)

Bajo esta consigna, cabe preguntarse: ¿quién es el alejado? Machado, Mathieu, Millaray… o todos ellos?

De Machado sabemos que murió en el exilio, víctima del desarraigo provocado por la Guerra Civil Española. Millaray transita entre Europa y Chile, y nos deja la pregunta: ¿dónde están sus raíces y dónde su territorio de paso? Por su parte, Guilhaumon acaba de anunciar el fin de su periodo al frente del Ballet Nacional Chileno, cerrando una etapa en la que imprimió a la compañía un sello de alto nivel técnico y notable versatilidad. Sin embargo, queda la duda —y la inquietud— de si su paso fue apenas un sobrevuelo por nuestras tierras, o si tendremos el privilegio de seguir viendo su obra en el futuro.

La pieza escénica deja abierta esa pregunta. Fue, tal vez, la ocasión para decirnos —como en el célebre verso de Machado—:

“Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.”

Debo reconocer que el anuncio de su partida del BANCH me sorprendió. También dejó en mí una cuota de tristeza, por todo lo que significa. Y mientras contemplaba la obra, esa sensación de despedida se hacía más intensa.

Elegiste la obra como símbolo de tu partida. Machado fue la excusa… para decir adiós.