Música
26 de Diciembre, 2025

Edith Fischer: una maestra para todos los tiempos

Por Andrés Schlack M.

Durante este mes de diciembre, la destacada pianista nacional Edith Fischer (Santiago, 1935) celebró en Concepción sus 90 años en dos funciones junto a la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, con la dirección de la penquista Alejandra Urrutia Borlando. La elección de esta orquesta para tan señalada ocasión no fue casual: además de sus conexiones familiares con la ciudad, en 1952 y bajo la batuta de su primer titular, el recordado Maestro Wilfried Junge –figura capital en el desarrollo de la música en la capital del Biobío–, la Maestra Fischer fue la solista en el concierto inaugural del Conjunto de Cámara que más tarde, en 1958, se incorporaría a la Universidad de Concepción para dar lugar a la actual orquesta. 

Ciertamente hay motivos de sobra para celebrar una larga vida tan llena de logros, con una vocación musical iniciada muy tempranamente en el seno de una connotada familia musical y bajo el alero de su madre, la pianista y pedagoga penquista Elena Waiss, tocando a los doce años el Concierto nro. 17 (KV 453) de Mozart junto a la Orquesta Sinfónica de Chile, dirigida por el legendario Hermann Scherchen.  Partirá muy joven a los Estados Unidos para realizar estudios con Claudio Arrau, forjándose un estrecho vínculo que le permitirá constituirse en heredera de una ilustre estirpe musical, trazable en línea recta hasta Liszt, Czerny y Beethoven, y continuadora de aquella escuela pianística propiciada por Arrau –tan necesaria de redescubrir hoy– que pone al intérprete al servicio de la partitura y no viceversa. Seguirá para Edith Fischer una brillante y premiada carrera internacional de décadas como solista y pedagoga, coronada este año con múltiples homenajes.

El programa en Concepción fue de gran unidad conceptual, en tanto fue exclusivamente beethoveniano: comenzó con la Obertura Egmont, continuó con el Concierto para piano nro. 5 “Emperador” y concluyó con la Quinta Sinfonía. En la Obertura Egmont, la Maestra Urrutia, a través de una acertada elección de tempi y trabajo de dinámicas, logró evocar muy efectivamente el espíritu heroico de la obra, trasunto del personaje histórico de la tragedia goethiana, el conde de Egmont. 

El punto más alto del concierto fue ciertamente el Concierto Emperador. Son de sobra conocidas las inmensas dificultades técnicas y ya físicas que impone esta obra a los ejecutantes, particularmente en el Allegro y en el Rondó final, las cuales fueron enfrentadas con soltura y solvencia por la Maestra Fischer. En lo que respecta a lo interpretativo, Fischer demostró un conocimiento superior de la obra, fruto sin duda de una reflexión profunda y madurada a lo largo de muchos años de idas y venidas sobre ella. El movimiento central, el adagio, fue una lección inigualable de sutileza, sensibilidad y de riqueza expresiva. Por su parte, el acompañamiento de Urrutia fue atento y logró una gran cohesión conceptual y musical con la solista. La calurosa y larga ovación del público hacia la Maestra Fischer fue un justo reconocimiento a esta grande dame del pianismo nacional. 

Finalmente, se escuchó una lograda lectura de la Quinta Sinfonía: equilibrada, con la necesaria dosis de pathos, pero sin desbordes y en todo momento bajo el competente control de la Maestra Urrutia. Cabe destacar un muy correcto desempeño de todas las secciones de la Orquesta, pero especialmente de maderas y bronces, que da cuenta del buen estado musical que exhibe este destacado y prestigioso conjunto regional. 

Al finalizar estas breves líneas, solamente cabe exclamar: Maestra Fischer, ad multos annos!