
El guion sigue siendo la base más sólida para que una película logre resultados estéticos importantes, ya que define no sólo la historia y los personajes; sino también la estructura narrativa y temporal, los movimientos de cámara y los planos y su duración; por lo tanto, en buena medida el trabajo de montaje de imagen y sonido, que deberá realizarse en la post producción de la cinta.
Esto queda sumamente claro después de ver y analizar “Agente Secreto” (2025), filme dirigido, escrito y producido por el cineasta brasilero Kleber Mendonca Filho; el cual fue estrenado en Chile, hace pocos días, en la clausura de la 37ª versión del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, con una muy buena asistencia y aprobación de público, a pesar de las casi tres horas de duración de la película.
Mendonca Filho, de 57 años, había dirigido anteriormente más de una docena de cortometrajes y cinco largometrajes: el documental “Crítico” (2008), “Sonidos de Barrio” (2012), “Doña Clara” (2016), “Bacurau” (2019) codirigido con Juliano Dornelles y el documental “Retratos Fantasma” (2023); y es considerado uno de los realizadores más importantes de Brasil y Latinoamérica, por su constante planteamiento crítico respecto del cine y de la cultura, como también del orden social y político de su país.
En “Agente Secreto”, esta preocupación temática y estética se reitera en la forma de un thriller político, ambientado en Brasil en 1977, durante los años finales de la dictadura en ese país. El protagonista es Armando (un excelente Wagner Moura), un ex profesor que llega huyendo a Recife, a la casa de doña Sebastiana (Tania María), donde se refugian un singular grupo de personajes, que dan cuenta del nivel de persecución imperante en la época.
Hay que consignar que, desde el comienzo, la cinta incorpora elementos surreales: Armando (cuyo alias es Marcelo Alves) llega a la ciudad en los orgíásticos días de carnaval, lo cual nos señala de inmediato que no estamos en un país común. Otro elemento extraordinario es la aparición de una pierna humana entera, al interior de un tiburón; la cual luego atacará a un grupo de homosexuales, protegidos por la oscuridad de un parque público.
El elemento narrativo que utilizará Mendonca Filho para agilizar la historia será el trabajo investigativo de los hechos por parte de Flavia (Laura Lufesi), una historiadora, que sigue los pasos de Armando, de su padre Alexandre (Carlos Francisco) y de su pequeño nieto Fernando, que ha tenido que criar ante la ausencia de su progenitor.
Todo se acelera en la cinta cuando contratan a unos singulares sicarios, padre e hijo, para matar a Armando: Augusto (Roney Villela) y Bobbi (Gabriel Leone);
los que a su vez subcontratan a un pistolero poco pulcro, Vilmar (Kaiony Venancio). La verdad es que esta larga secuencia de persecución y muertes es el clímax narrativo de la película; por lo tanto, todo lo que ocurre después, resulta casi innecesario; en un filme en que su principal virtud es la fortaleza literaria y política del guion; y los aciertos de una frenética puesta en escena.