Danza
12 de Julio, 2023

Develar: Un buen diálogo entre la iluminación y una interprete

Por César Sepúlveda V.

En este momento, de jueves a sábado a las 19:30, y domingo 16 de julio a las 18:30 horas, fecha de última función, se presenta en el Centro Cultural GAM, la obra de danza “Develar” de Daniella Santibáñez. 

Sostener una pieza de danza unipersonal con una duración de 45 minutos, por lo general es un trabajo complejo, motivos son muchos, desde provocar la pérdida de interés y agotar al espectador o los recursos discursivos se debilitan y se tornan en más de lo mismo. Sin embargo, la pieza de Santibáñez logra capturar la curiosidad en todo momento, entregando un trabajo interesante de apreciar. 

La obra se inicia cuando uno ingresa a la sala y se encuentra con ocho cuerpos parados inmóviles, formando una media luna abierta hacia el público, en un momento dado, en dúos, comienzan a vestir, transformar o mejor dicho, a hacer que una de ella (Santibáñez) comience a desaparecer en su corporalidad producto de la penumbra y al color negro que es preponderante en la escena: telón de fondo, vestuario y elementos que la tapan. 

La obra está bien desarrollada, de inicio a fin, parte desde lo más tapado, oculto hasta un semidesnudo, desde un cuerpo cubierto y transformado, a uno desenmascarado y humano, donde la luz muestra lo que reconocemos como un cuerpo velado, a un cuerpo piel. Además, los cuadros van sucediendo en forma agradable y paulatinamente, con atmosferas lumínicas heterogéneas e interesantes en su intensidad como en los ambientes que genera. 

Gigi Caciuleanu, exdirector del Ballet Nacional Chileno y teórico de la danza, decía siempre a sus bailarines: “Baila en la luz, si bailas fuera de ella, mejor no bailes”, frase que tiene su lógica si pensamos en el repertorio del elenco nacional, pero puedo decir con certeza que en “Develar”, esa premisa perdió sentido. Santibáñez desarrolla su danza potente e inteligentemente que hasta en la ausencia de la luminosidad, uno se imagina su danza. Y es ese mismo eslabón, uno de los puntos valiosos de la obra, Daniella danzando con una iluminación en penumbra que se va diluyendo y ella continúa bailando hasta en la oscuridad, pero su respiración continúa presente, convirtiendo este sonido en imágenes mentales de su corporalidad. 

En resumidas cuentas, tiene una muy buena fotografía en todo momento, y el desarrollo se ve bien congruente, además de contar con el diseño y realización vestuario de Andrés Benjamín y Nibaldo Manríquez que cumplen con el objetivo, cuenta con la composición e interpretación musical de Yadak que es acertada y se torna seductora, al mismo tiempo de protagonista de apreciar en directo, cuando a un costado, en la boca de la escena ejecuta la sonoridad, casi al finalizar la pieza. El diseño escénico y lumínico de Nicolás Jofré es seductor en todo momento, logrando bellos momentos, como por ejemplo, cuando varios rayos cerrados de luz iluminan el espacio y creando un mundo imaginario. Pero tengo que reafirmar que lo más alto de la pieza es simplemente el trabajo interpretativo y dancístico de Daniella Santibáñez.